jueves, 5 de febrero de 2015

Mi hogar conmigo


Aquí nieva ahora… y muy fuerte.  Chicago es así: puede estar soleado y templado, soportable… pero al siguiente día, a -15C. No importa, sigue siendo grato vivir aquí.

Es de noche. Estoy regresando del paseo obligatorio con Ty, mi amado perro, quien necesita ( por muchas razones, que obviaré en este texto ) realizar dicha actividad. Cuando llegamos a un punto que juzgué ya un tanto lejano a casa y desconocí el entorno, sentí más frío del ya existente y tuve la necesidad de ejercer, de forma inmediata, la famosa “ vuelta en U “.
Creo que no se trataba propiamente de un frío físico, sino de algo más. Conforme comenzamos nuestro andar de regreso y la distancia iba reduciendo su metraje, la por todos deseada sensación de PAZ comenzó a abordar mi cuerpo y con ella, el frío adicional al que en mi cara se podía sentir, disminuía notablemente. Desapareció por completo cuando a lo lejos divisé los faroles que acompañan a la callecita en la que vivimos y, desde luego, una vez caminando en ella, mi paso se tornó seguro y relajado… feliz; creo que el de Ty, cuyo rabo de agitado movimiento le delataba, también.

Entré a casa y quise comenzar a escribir de inmediato. Me di cuenta durante aquel bendito paseo, que la analogía ( para mí traducida en señal divina ) era clara: Mone se estaba alejando de casa en su vida diaria, en su cotidianidad, en su ser.  Vaya inconsistencia con lo que en otras ocasiones he escrito !!.
Permití, no sabiendo cuándo ni cómo, que las cosas ( entiéndase no necesariamente en materia) más importantes de mi vida, con las que yo nací y que traigo adheridas en mi ADN, comenzaran a quedar un tanto rezagadas, puestas a un lado del camino… descuidadas. 

El hogar: ese sitio no arquitectónico , no hecho de cemento y varilla, no geográfico,  ni siquiera comprendido por muebles y flores… ese… el que yo definiría, no sólo como nuestros valores innatos, sino también, para mí, por ejemplo, como la merienda, el juguete a medio pasillo, las migas sobre la mesa, la carcajada súbita de Imanol (mi hijo), la taza con medio café, la risa cortés y justificada  de mi esposo, a efecto de la prueba de mi fallido experimento por cocinar, el juego de cartas con mi mamá cuando gozo de la dicha de tenerla cerca, el sudor que disfruto y que sucede a mi ejercicio cotidiano, las teorías disímbolas de sobremesa por el caso de las Torres Gemelas, el email gracioso de mi papá, los baños de tina con mi hijo, el libro que reposa en mi buró con la pasta un poco doblada, los apodos en complicidad con mi hermano cuando nos comunicamos, los recalentados sin mayor receta, las películas en cama, el despedirme de los míos por teléfono, con un automático “ Dios te bendice ”, el ocio que regalo a mi persona, un rato cada día, el instante inspirador en que deseo escribir - aunque no sea experta - , como ahora  … todo, todo ello es “ mi hogar”. Cada quien tiene el suyo ( espero ) , con sus propios significados y creo yo - por eso lo escribo - que debería ser intocable e intransferible.

Trabajar, socializar, consumir… verbos sin duda indispensables y maravillosos: pero alternos. Si los ponemos en su justa dimensión ( horas dedicadas al día, lugar, contexto ), serán amados eternamente; el peligro radica en el abuso a cada uno de ellos, sin que nadie nos lo exija siquiera, alejándonos por consecuencia, de lo único que permanecerá con nosotros hasta nuestra última exhalación en esta vida: nuestro hogar, aunque éste , tanto o más que nosotros, también vaya transformándose.

Canjea varias de tus horas absorto en Facebook, por algunas que puedas ceder a la llamada a tu abuelo (si aún lo tienes),  a la sobremesa con los tuyos, al baño de tina pausado, al abrazo indescriptible de tu hijo cuando te ve llegar al colegio, por cierto con las manos libres de celulares y llaves que denotan "estoy, pero no estoy". Transfiere todas esas “ selfies” a momentos verdaderos, físicos, no virtuales, en compañía de los que amas… y si no están cerca, usa tú la tecnología, pero no al revés. Come y degusta, duerme y descansa, conversa y departe, siéntate y disfruta, lee y digiere, calla y escúchate … Te lo dice quien siempre parece estar corriendo, como perseguida por alguien, últimamente distribuyendo de manera errática las preciadas horas, si no en Facebook, sí en muchos otros escenarios, buenos y “productivos”, pero al fin ajenos a mi hogar, confundida por la persecución de sueños… y hoy, al volver del frío, reparé con claridad (gracias a Dios) que mi sueño principal es, precisamente, este: mi hogar conmigo, por sobre todas las cosas.

Amor, paz… y un HOGAR intransferible.

Mone













2 comentarios:

  1. Caen los velos! el hijo prodigo vuelve a casa. Gracias <3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Rocío... bendito regreso. Un abrazo y aprecio te hayas detenido a leer y a comentar. Saludos !!

      Eliminar