martes, 4 de marzo de 2014

El amor en tiempos de la red


Desde siempre he expresado antipatía por el uso desmedido de las redes sociales, de los mensajes escritos en los equipos móviles, de las conversaciones virtuales por encima de las personales y entonces, en consecuencia, me he considerado absolutamente escéptica de la autenticidad de las relaciones ( de cualquier índole ) que se conforman a través de uno de estos medios. Abiertamente reconozco que he tachado de irracional, fatuo, fantasioso y absurdo, el hecho de que dos personas se “ conozcan “ a través de lo que conocemos como “ la red “, sea cual fuere la herramienta de enlace ( juegos, chats, foros, etc ), reservando un punto a favor de las páginas especializadas para citas, si consideramos que en ellas el fin está justificado por el medio: tras un criterio detallado de búsqueda especializada, dos personas pueden llegar a conectarse personalmente, con la ayuda de un más amplio espectro del que el individuo mismo tenía en su entorno. Además todo concluye, si se cumplen las expectativas iniciales, por lo menos en un encuentro personal. 

Hoy, bajo la previa autorización de la autora de este relato, me permitiré compartirlo a ustedes, reconociendo con humildad, que no todo puede ser blanco o negro y nada más. Hay matices intermedios y esta vez, con toda franqueza, mi crítico interior enmudeció un poco tras escuchar la historia platicada por una boca que no dejó de sonreír. 

A mi chispeante confesora la llamaremos simplemente “ Lita ”, quien es casada, con hijos y goza de una vida armoniosa y económicamente confortable.
Lita es una mujer siempre ocupada y con escaso tiempo para socializar. Su esposo e hijos, las impostergables labores domésticas, su trabajo ( el cual realiza más como obra social ) y sus mascotas, demandan 18 de las 24 horas que el día tiene. El trajín de su vida y los años que pasan convierten en rutina lo que alguna vez fue novedad y han hecho que Lita, como la mayoría de las mujeres con estas comunes características, tenga un ritmo lineal en su día a día y las emociones fuertes no se crucen de forma recurrente a su paso. 

Hace no mucho tiempo, Lita ingresó a un foro de esos temáticos que hay en internet por millares,  para disipar una duda técnica que tenía. Fue inmediatamente respondida por un hombre cuyo seudónimo aquí llamaré “ Caruz ”, obteniendo una amplia y especializada  respuesta a su pregunta. A partir de entonces y por un curioso intercambio de mensajes en los que la afinidad de ciertos tópicos se hizo evidente, Lita y Caruz han forjado una especie de amistad, pero inevitablemente, con un cierto "twist" de romanticismo platónico. Rara mezcla, según lo describe ella, suplicando de inicio no ser juzgada por algo que es netamente virtual y cuyos autores se encuentran a 7,048 kms de distancia entre sí.

El foro de consultas de la red fue la pista de baile inicial donde se conocieron, pero de ahí trascendió al ya más personal correo electrónico, en el que intercambiaron material de lo que cada uno hace, poco a poco describieron sus vidas y contexto sin mayor maquillaje ( por lo menos Lita así lo hizo y cree que Caruz fue sincero también) , se conocieron sucintamente por fotos intercambiadas y supieron entonces del esposo de una y de la soltería del otro, quien por cierto es considerablemente más joven que Lita.
Hoy por hoy, están también conectados por Skype (sólo se escriben en él, pero nunca han hecho uso del video) y curiosamente, por el ya famoso Whatsapp. Me sorprendí, siendo franca, de que Caruz fuera un contacto ya establecido en su teléfono celular, pues a duras penas lo somos quienes nos consideramos muy cercanos a ella. 

Lita y yo somos amigas desde niñas, por lo que si de algo puedo dar constancia, es de la  intachable  (quizá en exceso) conducta de mi amiga, a quien apenas le conocí un par de novios. Nunca fue escandalosa ni coqueta,  aunque sin duda atractiva y por ende, con gran experiencia en rechazar diplomáticamente a varios que quisieron abordarla, por no cubrir sus estrictos requisitos, para siquiera salir a tomar un café. Lo que siempre he sabido, es que Lita se abstuvo de vivir un sinfín de experiencias, propias de la juventud pre y post-universitaria.

Mientras Lita comparte su más osado secreto conmigo, aprieta mi mano y  me explica una y otra vez que se siente fuera de sí y que seguramente tan atípica euforia pasará pronto. Es claro que no es a mí a quien se dirige, sino a su desafiante conciencia, a quien Lita pretende hacer creer que no está disfrutando del todo, su mágica experiencia. Sus labios la traicionan con una sonrisa y sus ojos los secundan al destellar un brillo que delata a todos aquellos que experimentan un entusiasmo mayor que el del resto de la gente. Es como una marca indeleble que anuncia a los cuatro vientos " me siento feliz ". 

Lita y Caruz saben en el fondo que nunca se conocerán en persona. Son conscientes de sus grandes diferencias, pero hoy disfrutan sus similitudes, compartidas sólo en ese espacio que la tecnología regala, donde es posible habitar por un rato a solas o acompañado por quien uno desee, en silencio con el mundo real pero en sintonía con el interlocutor conectado. Lita me dice, con voz temblorosa “ tener mi propio secreto, Mone, es algo único. No es que esté sola, pero a veces soy de todos y no soy de mí. No busco que me comprendas. ”

Por los sistemas de audio gratuito que hoy en día acompañan a las aplicaciones de chat,  ellos ya conocen sus voces y Lita siente confianza. No se intimida, pero sí se limita un poco, tanto con Caruz como con ella misma... cree en aquello de no hacer lo que a uno no le gustaría que le hicieran y sabe en el fondo que decir de más, puede hacerla dormir intranquila en un futuro. 

Llegará pronto el día en que Caruz tenga novia nuevamente y se olvide parcial o totalmente del espacio de complicidad con  Lita, como es natural; Lita entonces volverá a su ritmo estable de emociones y todo estará de vuelta a la normalidad... pero mientras eso pasa,  me confesó que este relato lo compartía conmigo, para que yo, en este pequeño espacio de expresión,  funja como intérprete de su actual sentir, para decirle a Caruz  que no hay crema embellecedora que logre los efectos que sus palabras tuvieron en ella …  y que  le gustaría tocar su mano y permanecer un rato asida de ella.
No más que eso … y yo le pregunté: “¿segura?”... y sólo se rió.

Mi abrazo fuerte para todos, pero uno especial - como de 20 segundos - para Lita y otro igual, para Caruz.


Mone