viernes, 6 de febrero de 2015

Regala tu oído


No sé si es producto de mi imaginación o de una perspectiva temporalmente invadida de emociones y que más tarde cambiará, pero tengo la penosa sensación de que la sociedad en general – con sus siempre afortunadas excepciones- está perdiendo el oído. Sí, así, tal cual se lee… estamos ensordeciendo a pasos agigantados y no porque exista pandemia alguna que esté carcomiendo nuestros órganos auditivos de manera física, sino porque se ha manifestado, si no de forma completamente consciente y voluntaria, por lo menos sí previsible, la tendencia marcada a NO escuchar: ni al prójimo, ni al viento, ni al silencio… ni a nosotros mismos. 
Anoche vi un comercial de TV que enaltecía el “valor” de llevar “nuestro propio sonido” todo el día, sin reparar en lo que ocurre en nuestro entorno, en términos acústicos. Era, desde luego, la publicidad de unos audífonos que aislaban el “ruido” exterior para que el usuario pudiera escuchar, sin interrupción alguna, la música de su IPod y entonces se mantuviera felizmente inmerso en su propio mundo. ¡Vaya mensaje!… “que nada más importe, que tu propio sonido”.
Aclaro anticipadamente que yo hago uso de la música para correr, procurando con ello que la angustia del conteo de kilómetros se esfume por completo y que los ritmos entusiastas de una buena melodía, me den bríos para seguir adelante sin desistir. Procuro sin embargo que, una vez culminada la jornada, mis oídos y mente retomen el gusto por la cotidianidad del ambiente, por la risa de mi hijo, por la anécdota de un buen amigo, por la hoja seca que piso al caminar y por los consejos de mi mamá, entre otras maravillas acústicas.
Hace unos cuantos días tuve el gusto de compartir la hora de la comida con una buena amiga. Sobre la mesa estaban sólo nuestros alimentos y unas positivas ganas de platicar. La conversación abrió con cariñosos y genuinos sondeos de una a la otra: “ ¿ cómo estás ?”, “cuéntame de tu próximo viaje ” , “ ¿ cómo va el proyecto de trabajo de tu esposo ?”, “ ¿ qué tal te has sentido en estos días? ”… todo, absolutamente todo, se construía de forma natural en una expresión de “ soy toda oídos ” o lo que es mejor : “ me interesas y por eso estoy aquí ”. Los 60 minutos inicialmente planeados se duplicaron sin siquiera reparar en ello, seguramente por el mutuo deleite del saber a la otra atenta, interesada, enfocada, poniendo en práctica  el famoso pero cada vez menos aplicado aquí y ahora. No existieron distractores, ni conatos de interrupción, no hubieron llamadas, ni chats,  mucho menos vistazos a las redes sociales. Volvimos, simplemente, a los principios básicos del DAR. 
Culminado el placentero almuerzo, me fui a casa con una sonrisa y buena digestión, en todos los ámbitos. Me sentí muy bien.
Aquí mi sencillo mensaje, desde luego expresado en una de las muchas formas que tantos con la misma inquietud, utilizan; yo no he descubierto nada y mucho menos soy pionera en decirlo, pero lo hago porque cada día me doy más cuenta de las exquisitas consecuencias: regala tu oído… y por él me refiero a tu legítimo interés por todos aquellos a quienes quieres. Escúchalos y no actúes como que lo haces, porque se nota. Pregúntales cómo están, pregunta por su familia, por su salud, por su trabajo, por sus proyectos de vida, por sus pasatiempos… muestra cuánto te importan y no tendrás más respuesta que una sonrisa dulce que agradece y un afán creciente por tenerte cerca, siempre.
Desde aquí mi abrazo… y mi oído.
Mone


Oct, 2013


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